24.2.14

ΦΟΡΟΣ ΤΙΜΗΣ



Στο χωριό της τιμής του χαμένου προσώπου,
πάλι ένας άγνωστος το στεγνό αποτύπωμα αφήνει.
Το αίμα του.
Το σπέρμα.
Το λυσσασμένο βλέμμα.
Δίχως ντροπή, χαριστική σιγή απλώνει.
Και ξεδιπλώνει ηδονές.
Και περιγράφει και ματώνει.
Στο χωριό της τιμής του χαμένου προσώπου,
το φως απ’ τη μέρα μένει πάντα στο χτες.
Κεντά ανάγκες κι ενοχές.
Στης φρικτής επανάληψης την άκαρπη γη,
μαύροι οιωνοί πλέκουν διχάλες τα μαλλιά τους.
Γεύονται μέλλοντα κομμάτια, ωστόσο παρελθοντικά.
Της διασποράς τα συναξάρια.
Εντολοδόχοι εκτελεστές, φυγάδες άνεμοι, στήνουν ενέδρες στους σκορπιούς.
Αυτοκτονούν οι φύλακες αυτοί της λογικής.
Μένουν βωβοί οι εξαπατημένοι.
Πάνε χαμένοι οι θησαυροί.
Κάτι μισεύει!
Ύστερα άπνοα διλήμματα τυλίγονται σα φίδια στο λαιμό.
Σ’ αυτόν που χάθηκε.
Αυτόν τιμούν.
Αυτόν ζητούν.
Ένας χρησμός πανάρχαιος…
ξεθάβει θρήνους και κατάρες.
Αηδιασμένες και ορφανές.
Ο υπνοβάτης καλπασμός φέρει το γρίφο.
Ψέλνει τον ύμνο.
Ίχνη παντού!
Μαύρες φλογίτσες στα καντήλια.
Στις δάδες και στα σήμαντρα, σκιές καραδοκούν.
Θαμπές.
Παλιές.
Αόριστα σπαρακτικές.
Αυτός που εχάθη, θα φανεί.
Σ’ αυτή τη γη.
Στο χωριό της τιμής του στεγνού αποτυπώματος.
Στο χωριό της τιμής του υγρού φεγγαρόφωτος.
Ένας σταυρός υψώνεται.
Πόση ζωή στους μελλοθάνατους υπάρχει…
Και πόσος θάνατος στους νεογέννητους, αλήθεια!
Όταν το πρόσωπο βρεθεί…
Το τέλος ντύνεται το κρίμα.

Πίνακας: «Hodie Mihi Cras Tibi» by Daniel Fountain

"Uniendo Los Cuerpos Remotos de Roberto García de Mesa" de Ati Solerti



Cerré los ojos e intenté escuchar la voz interrumpida de la vida. Esta voz vieja que se repite desde otro tiempo para encontrar su única verdad casi olvidada. Cada mentira de mi propia existencia que teje y desteje los sonidos de mi alma en pleno silencio. Cerré los ojos y me atreví a mirar al espejo de mi propia existencia con toda mi alma. Intenté escuchar el delirio de las sobras humanas sin temor. Sin ganas. Después de la lluvia, detrás de la luna. Sin pena. Con gracia. Y finalmente… consentí a lo que me dictaba mi destino sin instinto. Consentí a lo que me dictaba yo mismo.

A veces, me siento como un náufrago triste y condenado a su ausencia.

A veces, mi angustia despierta mi esperanza y ella por compasión la ahoga y la deja cortada en dos partes absolutamente desquiciadas.

A veces, me siento como dos cuerpos separados, rotos, remotos en medio de la noche. Quizás somos más de dos. Pero con una sólo vida.

Nuestro encuentro depende del tiempo. Y este tiempo no tiene sueño. Observa los restos de la humanidad y espera… Escribe, se calla sonriendo y desea… Espera el despertar de la conciencia, su revolución insospechada tras un conocimiento de profundidad, un espejismo lleno de verdades aun cuando mienten sus ídolos. Desea una sensación pura de lo humano, de lo divino, de lo desconocido, de todo lo que define nuestra percepción humilde.

Y es esta sensación la que nos transmiten Los cuerpos remotos de Roberto García de Mesa. Es esta sensación purificada la que abre los ojos de la observación del arte a través de una perspectiva filosófica de las cosas. La naturaleza humana es el común denominador que conecta los sentidos que definen la existencia humana y así nadie puede escapar de su espejismo, de su ídolo, de su propia verdad.
En un “Bestiario” es el espejismo del cosmos el que se refleja en nuestros ojos cerrados. Allí nos encontramos por medio de símbolos la estructura de cada tipo de bestia. El espejismo del mundo a nivel social, político y personal. Distintos cuerpos, internos, ajenos, también remotos, forman una alegoría sabia que sigue apareciendo en todo su libro como la sombra transparente de un hombre, tal vez de su alter ego, la de Dios. El ambiente exiliado, las culpas antiguas, la pura conciencia son un secreto común bien guardado por todos los seres. Hay un acuerdo secreto entre el hombre y su divinidad. Las sombras lo conocen desde sus movimientos ágiles. Pero no hay voz, no hay luz, no hay mandato. ¡Solo observación! Del delirio, de la revolución. Observación de la relación entre víctima y abusador, observación de las posibilidades de las cosas, de los contrarios, del destino, del instinto, del azar. Observamos las nubes apartando, nuestros sueños flotando, nosotros mismos formando nuestras bestias. De repente, la niebla se desvanece. Pero la revelación… es que siempre llega tarde.
En “Retórica”, el juego de las palabras nos lleva a la isla del lenguaje donde no hay tiempo y las cosas no tienen nombre. Viajamos a través del sonido oculto de las cosas con el fin de que las descubramos y las definamos de nuevo. Nos esperan las letras abandonadas de un pasado marginal, de un presente discordante, de un futuro ominoso. Nos espera la propia escritura. Las voces del tiempo. Sus vidas eternas. Nos esperan los héroes trágicos para decirnos sus íntimas verdades. Ahora se dan cuenta de su ruta común en la vida, de sus malditas semejanzas y de sus benditas diferencias. Un argumento trágico se está revelando delante de nuestros ojos que siguen observando, lo cual se parece tanto a nuestra propia vida. El alma de la creación. Para crear, tienes que perseguirte a ti mismo, debes enfrentar tu propia sombra para probar la redención. Debes separarte de ti mismo, tener más de dos ojos, más de un cuerpo. Debes ser sacrificio, una ofrenda sagrada en las manos del público que también te está observando. Ello será el juez de tu juicio. La importancia de la interacción con el público, lo cual te juzga en cada momento, es existencial. Se trata del juego fatal del espejismo. La demagogia, que es el ojo que perjudica los contornos de las cosas, está esperando el momento oportuno para su invasión. Para cambiar algo en el flujo incesante de los eventos. Pero hay una línea que une las palabras. Hay una línea perseverante que une su pasado común, su apartado ahora, para formar el futuro lejano.  Hay una línea locuaz. Hay un diálogo. Una Retórica desde el principio imperante de los tiempos. Oímos el delirio galopante de las palabras, el sonido tenaz de sus voces. Las proyectamos del olvido errante a la memoria entronizada. Las pronunciamos. Las susurramos. Hablamos. A veces, hablamos en pleno silencio en medio de una oscuridad tangible. Es verdad que el silencio devora al creador y la oscuridad siempre extiende sus manos familiares a su sombra penetrante. Pero hay algo más allá de lo previsto. Algo que solo se siente. La vida continúa... Las palabras continúan dibujando un gesto rotundo, un movimiento lineal a contraluz. La sensación continúa… y al fin ella nos queda como vestido íntimo, eternamente. La sensación que une los sentidos. Si cerramos los ojos, escucharemos nuestro silencio, nuestro diálogo variable y descubriremos la pronunciación verdadera de las palabras, los significados fugaces, nuestra propia retórica, nuestra verdad solitaria y solemne.
Y luego obedecemos a la voz alta del demandante primitivo entrando en el jardín de los pecados humanos. Hay que contemplar el acto crucial volviendo al principio, despojando las partes cubiertas con flores de un sol hostil. Hay que sumirse en la oscuridad de los sueños interpretando las visiones de la creación. Mientras todavía no amanece.
En “Jardín Barroco”, observamos cómo se puede encontrar la inspiración. El cuerpo de la humanidad está dividido en partes innumerables de cristal, partes de carne y de alma tan solo parecidas a partes de seres humanos que han olvidado su luminosa divinidad. Quedan solo sus magras sombras de rostros moribundas llorando en el aire sutil. Averiguan su aura. Sospechan quién les ha robado sus vidas y lo siguen buscando. Con angustia, con furia y pesadumbre. El dolor denigrante es el mismo en todos los tiempos cuando buscamos algo que no es suficiente para nuestras vidas. Cuando buscamos nuestro objeto fugitivo. Nuestro ídolo instintivo. Observamos el género humano con atención y buscamos... Miramos el tiempo en los ojos, el ego que se identifica con el mundo y buscamos... La revelación del gran secreto. Su clara verdad. Se llama “duda de la existencia” y después de haberla encontrado, evolucionamos. A solas, encontramos nuestras partes de cristal, las unimos, y así formamos nuestro espejo durable. Nos revolucionamos. Nos preguntamos a nosotros mismos sobre la existencia pero las respuestas de Dios que escondimos en nuestros cuerpos -ahora ya unidos- conllevan el enfrentamiento con nosotros mismos. Lo humano se sitúa en contra de lo divino. Su espejismo es una práctica de un proceso eterno. Un espejismo lleno de vanidad. La vida aparece con su sentido trágico construida por silencio y soledad pero son éstos nuestros cuerpos remotos, es nuestro mundo cautivado el que nos conecta con todos los tiempos. Las palabras abandonadas, sus ojos cerrados, sus sombras magras, sus perfumes intensos, sus visiones nocturnas… sus tormentos amargos bien sumidos en el alma de nuestros sueños. Y todo provoca una vibración. Una tormenta que nos despierta del silencio. Una lluvia que redime el creador a través de la visión de su ego. La vida continúa… para terminar.  Pero… también hay algo más allá de lo previsto. “Todo lo que muere nunca termina”. 

La pura verdad se halla en los espacios intermedios que cada existencia lleva consigo. En el oído lamentable de la noche, en el susurro confuso de las palabras, en la transformación momentánea de la cosas. En la profundidad del silencio. En su intensidad. En el movimiento penetrante de las sombras, en el sueño constante de los siglos, en el olvido bendito, en la memoria maldita. En la percepción de la duda.

Para crear, para escribir la historia del tiempo, desde la conciencia existencial que nunca concluye, nuestra transformación en un medio entre el ascenso y la caída es imprescindible. La fijación en la voz divina que nos dice que “No nos pertenece nada y nos pertenece todo” nos deja viajar a través de nuestras partes separadas. Con un alma unida por una sólo vida. Nuestra realización de lo efímero y de lo eterno nos dicta la reconstrucción de nuestro espíritu. Y ya nada puede permanecer igual. Apenas lo encontramos, nos liberamos. “Olvidamos la piel del todo para sentirlo todo de nuevo”. Y es este renacimiento el que nos dicta la verdadera sensación de las cosas. La sensación que continúa eternamente en todas las partes separadas o unidas… Ésta es la sensación autentica de las cosas. La inspiración original. La inspiración de los cuerpos remotos de Roberto García de Mesa.

Πηγή: «El perseguidor», número 140, Domingo 10 de marzo de 2013